domingo, 21 de marzo de 2010

DERECHOS HUMANOS II

EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS:
LA APUESTA POR EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA (Instituto Interamericano de derechos Humanos)

El Secretario General de la Organización
de los Estados Americanos, José Miguel
Insulza,
ha venido recalcando, junto al sentido
de la contribución del desarrollo energético
para el fomento del progreso económico y
social –el cual es el enfoque de la XXXVII
Asamblea General este año–, la importancia
de la educación como vehículo idóneo para
abrir oportunidades de desarrollo a la niñez y
el futuro de América. La educación, sin
embargo, no puede descuidar la presencia
curricular de los derechos humanos en el
proceso educativo, a fin de invertir en el
mejoramiento de la democracia hemisférica.

Ahora importa educar a la
ciudadanía desde la primera edad escolar en
todas las dimensiones de la realidad, sobre
todo en la justicia, en la participación abierta
y en la práctica de la igualdad, porque si no lo
hacemos, habremos perdido la batalla por
asegurar la democracia a inicios del siglo.

La educación en derechos humanos contribuye
a descubrir mundos inéditos, como el sufrimiento de los otros y
la indignación ante
la injusticia;

ayuda a descubrir intereses y a
actuar en defensa de la dignidad.

Educar será
formar a la ciudadanía no solo con conocimientos
suficientes para ingresar a la modernidad
y al progreso tecnológico, sino también
con un profundo sentido de la solidaridad y de
la compasión humana, muy propios de la
doctrina de los derechos humanos.

La educación en derechos
es una herramienta preventiva contra la
violencia en la escuela y la corrupción en la
sociedad, pero debe de ir aparejada de pedagogías
orientadas a la inclusión y a la seguridad.
En fin, la educación en derechos humanos
es una apuesta de futuro, con el fin de que
más tarde, ni la justicia ni la libertad se reclamen
en pandillas ni se invoquen violentamente
en las calles.

Asimismo, el derecho a la educación figura
en los principales instrumentos de protección
de los derechos humanos, por lo que la
educación requiere de un amplio cuestionamiento
de la realidad por la vía del ejercicio
pedagógico de los derechos humanos, que
obliga al cumplimiento de los Estados parte
del Protocolo de la OEA en San Salvador
(1988), el el Art. 13 y 13.2.
Fuente:
Roberto Cuéllar M.,
Director Ejecutivo
Ciudad de Panamá, 3 de junio de 2007

miércoles, 3 de marzo de 2010

LO HEMOS INTENTADO TODO...

MENOS EL AMOR

Algo para recordar:

ESTAR ENAMORADO
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
Francisco Luis Bernárdez